Remadoras Rosas:

Las «supervivientes» de cáncer de mamas que reman por la vida

Ricardo Basáez

Mónica Hernández es profesora de educación física y en 2016 se desempeñó como voluntaria de canotaje en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en Brasil. Allí conoció al Dr. Donald Mckenzie, un médico oncólogo y deportólogo canadiense que se desempeñaba como jefe de los médicos del doping en las olimpiadas. Ese encuentro cambió su vida. 

Mónica conoció un estudio que este médico había realizado, comprobando los beneficios que un grupo de mujeres con cáncer de mama experimentó al practicar una disciplina conocida como remo en Bote de Dragón. Esto derivó en un movimiento internacional llamado Remadoras Rosas, que ha sumado miles de adherentes en todo el mundo. 

Mónica decidió traer esta disciplina a nuestro país y creó Fortale-Senos Chile, iniciativa que hoy la conforman más de 200 mujeres supervivientes de cáncer de mama de distintas partes de Chile que reman como una forma de seguir activas y recuperarse física y psicológicamente. 

El Bote Dragón es de origen chino y necesita de un equipo de 12 o 22 personas, que reman juntas al compás de un tambor. Las también llamadas Remadoras Rosas realizan convocatorias para que más mujeres se sumen a esta iniciativa y puedan mantenerse activas, en contacto con la naturaleza y compartir sus experiencias. 

Conversamos con Mónica Hernández, impulsora de este movimiento en nuestro país y una de las galardonadas con el premio Mujer Impacta 2022 por su importante labor con las Remadoras Rosas. 

La rehabilitación que realizamos en las Remadoras Rosas es física, pero también emocional y psicológica

Mónica Hernández, fundadora de Fortale-Senos Chile

¿Cómo nace el movimiento de las Remadoras Rosas en Chile?

La iniciativa nace en el año 2016 cuando voy a trabajar como voluntaria de canotaje a las Olimpiadas de Río de Janeiro y ahí conozco el movimiento que impulsó el Dr. Donald Mckenzie, médico oncólogo y deportólogo que además es el jefe de los médicos del doping en las olimpiadas. Él es canadiense y en el año 1996 realizó un estudio con 24 mujeres sobrevivientes de cáncer de mama en donde llegó a la conclusión que después de tres meses de un entrenamiento constante, repetitivo y enérgico de la remada en Bote Dragón, todas mejoraron su actividad articular, mejoraron su tono muscular y su elongación, además de un sin fin de beneficios psicológicos y emocionales. 

Yo traje esta disciplina el 2017 a Chile y estuve un año completo trabajando, insistiendo y buscando. En 2018 llegó la primera mujer a mi equipo, una profesora de educación física y después de ella vinieron llegando poco a poco varias más. En 2019 ya eran más de 40 las inscritas y ahora, en 2022, contamos con un equipo de más de 60 mujeres sólo en Santiago. 

Hemos ido abriendo núcleos de Remadoras Rosas en cada lugar donde es posible y hay algún espejo de agua, una laguna o un río. Llevamos 11 equipos formados desde el Norte partiendo en Calama y llegando hasta Puerto Montt. El equipo de Santiago fue el primero y lleva por nombre Fortale-Senos, que es un juego de palabras entre fortaleza y senos. 

¿Cómo ha ido creciendo este movimiento durante los últimos años?

Sólo en Santiago somos 60 mujeres, pero hay una lista de espera y las vamos aceptando a medida que podemos. En enero vamos a abrir otro núcleo y tendremos nuevos horarios de entrenamientos para que se puedan sumar nuevas mujeres. También tenemos equipos en Santo Domingo, Concón, Laja, Talca, Valdivia, Concepción, Nuevo Imperial y Puerto Montt. Son varios grupos que están creciendo, son grupos nuevos que se están formando, algunos que no tienen todavía bote de dragón y en la medida que podamos comprar más botes esto va a crecer muchísimo más. Las sobrevivientes de cáncer de mama ya se están enterando de este movimiento y van a saber que en cada ciudad que haya un río o un lago, van a poder hacer este deporte. 

¿Cómo se forman los equipos? 

Buscamos primero tener un club de canotaje que tenga instalaciones y que tenga un lugar para guardar el bote, salvavidas, remos y que tenga Kayak. Después buscamos que ese club pueda hacer algún proyecto para poder comparar un Bote de Dragón y poder tener un entrenador. Una vez que tenemos todo eso, hacemos un llamado para que las mujeres se vayan sumando. Las capacitamos, les mostramos de qué trata el movimiento, vemos videos, les enseñamos el deporte y sus beneficios. También les mostramos los testimonios de algunas participantes y ellas quedan muy motivadas y entusiasmadas. 

¿En qué consisten los entrenamientos? 

Formamos equipos de 20 mujeres y establecemos los horarios. Hacemos el calentamiento previo en tierra, practicamos la técnica -que es lo más importante y la base de poder ejecutar bien el movimiento sin lesionarse- y después empezamos la práctica en el Bote de Dragón. Hacemos un kilómetro suave de calentamiento previo y movilidad articular y después otro kilómetro un poco más intenso. Así vamos jugando con salidas, piques, o ascensiones. La idea es sacarlas de la zona de confort, hacemos trabajo cardiovascular y trabajamos la resistencia y potencia, además de la fuerza en velocidad. La mayoría de las veces hacemos 6 kilómetros, pero hay algunas que son capaces de hacer 12 kilómetros. Después de que terminamos el entrenamiento, guardamos la embarcación y antes de guardar hay que dejar todo limpio. Después de eso comienza la última etapa del entrenamiento que son 20 minutos de elongación. 

¿Qué significa esta actividad para las mujeres que la practican? 

La actividad ha resultado maravillosa. Todas están apasionadas por el deporte, amando su Bote de Dragón. Yo digo que la rehabilitación que nosotros realizamos en las Remadoras Rosas es física, emocional y psicológica. Pero no es sólo una rehabilitación para ellas, sino también para la familia. Cuando la mamá, la dueña de casa, la jefa de hogar está enferma, toda la familia queda desamparada. Cuando viene el esposo, vienen los hijos y la ven riendo, llenas de vida, remando con ganas, participando en competencias, toda la familia vuelve a ser feliz. Estar en la Laguna Carén, donde nosotros practicamos en Santiago, es estar en contacto con la naturaleza, muy cercano, muy estrecho. Remamos y se nos cruzan las garzas, vamos al lado con los patitos y los pajaritos nos están cantando en todo momento. Cuando vamos hacia un lado nos enfrentamos a la Cordillera de la Costa, maravillosa, gigante y cuando vamos de vuelta, nos abraza la Cordillera de los Andes. Hacer esta actividad también calma los efectos secundarios de los tratamientos y los remedios que ellas toman. Mientras más deporte hacen, más calman las dolencias y más pasan todas las molestias.

¿Cómo se puede participar? 

Nos pueden escribir en nuestras redes sociales, o directamente a mí. Luego las entrevistamos para saber en qué proceso o etapa están y solicitamos un certificado médico del oncólogo o el mastólogo que las esté tratando y que las autorice a realizar actividad física. Si no tenemos ese documento, no podemos aceptarlas en el equipo. Ese es nuestro criterio máximo y casi nunca tenemos problemas. Los médicos quieren que ellas participen en esto y la mayoría apoyan y respaldan esta iniciativa. 

Más información de esta iniciativa en: https://es-la.facebook.com/remaresvida/ y en el correo mhcarreo@yahoo.com

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