El derecho a reparar

Por Pía Álvarez Calderón

Una luz frente a la cultura del “usar y desechar”. Dentro de los próximos días, varios países europeos empezarán a configurar una nueva forma de concebir la vida útil de las cosas al endurecer la normativa de la durabilidad de los productos tecnológicos.

La nueva ley del «derecho a reparar» de la UE obligará a los fabricantes de aparatos electrónicos a ofrecer un sistema de reparación sencillo con instrucciones y repuestos para alargar la vida de los dispositivos. Además, se deberá indicar claramente la vida útil de sus electrodomésticos en etiquetas informativas. Como dato, con esta medida se podría alargar la vida útil de los electrodomésticos hasta al menos 10 años evitando que –en promedio- un ciudadano europeo genere cerca de 16 kg de residuos electrónicos al año.

En la tendencia de las marcas y compañías por ser más amigables con el planeta, “reparar” pareciera ser una de las “R” menos protagonistas, ya que el enfoque principal está puesto en reciclar. Sin embargo, reparar debería ser siempre parte de la ecuación, sobre todo a la hora de hablar de sostenibilidad y economía circular.

 Es urgente que las empresas replanteen la importancia de la durabilidad de los productos que ofrecen, incluso más allá de los electrodomésticos. Apostar por la durabilidad es jugársela por la calidad, por una buena reputación de marca y –aún más relevante- por darle un respiro al planeta. Integrar en el proceso del diseño la posibilidad de reparar es alejarnos de la cultura de consumo del usar y tirar. Lo mismo pasa con la venta imparable de artículos que se renuevan periódicamente, imponiendo el concepto de la obsolescencia. Bajo la promesa de una innovación continua se oculta un sistema de producción basado únicamente en un beneficio lineal, no circular, que induce a un consumo acelerado que genera inseguridad e insatisfacción.

Pero el desafío también está en los consumidores. Tener un rol proactivo e informado a la hora comprar puede marcar la diferencia: al preferir un producto sobre el otro y al hacer valer su compra si es que ésta sale defectuosa. La Tierra tiene recursos limitados y la mejor manera de ser eficientes con su uso es utilizar lo que ya tenemos.

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